Fr. Schuessler’s reflexión para el 5-26-24

¿Recuerdan el dicho: La liturgia es la sierva de la espiritualidad?  

Con la celebración de Pentecostés el domingo pasado, entramos de nuevo en el Tiempo Ordinario después de celebrar la Cuaresma, la Semana Santa y la Pascua. En este contexto, “ordinario” no significa ” común y corriente”. Significa del latín, semanas numéricas ordenadas. 

La explicación oficial dice: “Además de las épocas del año que tienen su propio carácter distintivo, quedan en el ciclo anual treinta y tres o treinta y cuatro semanas en las que no se celebra ningún aspecto particular del misterio de Cristo, sino que se celebra en su plenitud el misterio de Cristo mismo, especialmente los domingos…” 

Una meditación en el calendario litúrgico oficial nos recuerda: “Lo que sucede en nuestras iglesias el domingo es el fruto de nuestra semana. Lo que sucede como el fruto de la semana pasada es el comienzo de la semana venidera. El domingo, como todos los sacramentos, es al mismo tiempo un punto de llegada y de partida para los cristianos en su camino hacia la plenitud del reino. Esto no es ordinario en absoluto. Este es el tejido de la vida cristiana”. 

Este primer domingo, cuando regresamos al Tiempo Ordinario, es el Domingo de la Santísima Trinidad. Recordamos el misterio de nuestro Dios de amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un Dios en tres personas divinas. No para ser explicado, sino para disfrutar de ese amor. Una manera maravillosa, creo, de concluir los tiempos del Misterio Pascual (la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús y la venida del Espíritu Santo) de nuestra redención que acabamos de celebrar. 

Otra bendición maravillosa para nosotros como católicos es tener un año de celebraciones organizadas para poder escuchar una gran porción de las Sagradas Escrituras cada domingo (y durante la semana). De hecho, ¡a fin de cuentas no es una ayuda tan ordinaria para nuestra espiritualidad! 

Published by St. James, Belvidere

Saint James Catholic Church, Belvidere, IL