Fr. Timothy Mulcahey Carta 6-30-24

¡Pax tecum!

Queridos Feligreses,

¡Que Dios les bendiga por su amor y por la recepción calurosa que me dieron! Agradezco al Señor el haberme enviado aquí y le pido que me dé su ayuda para poder ser el pastor que necesita. Me vino a la atención el día después de llegar aquí que yo había hecho introducir de nuevo la costumbre de darse “la paz” durante la Misa en español el día anterior. Espero que esté bien con todos Uds. No sabía que no lo hacían aquí. Sé también que en todas las parroquias hay personas que aprovechan este momento y otras que no están muy a gusto pues puede interrumpir un poco el momento más importante de la Misa y hasta hacer sentir menos devoción por la interrupción que causa. Y de hecho el misal indica que el darse la paz es opcional y que el sacerdote puede hacer la invitación cuando la vea oportuna (“pro  opportunitate”). A mí me gusta hacer la invitación a los que quieren para que puedan dar la paz de Cristo. He aquí algunas reflexiones por si ayudan a vivir mejor este momento de la Misa: “La Paz” como los demás momentos de la Misa, forma parte del rito de la participación activa en la Santa Misa. En la forma antigua de la Misa se iniciaba por el sacerdote celebrante quien daba el “beso” o “abrazo” de la paz al diácono en la Misa solemne. Era una especie de abrazo litúrgico en que el sacerdote se acercaba al diácono cara a cara, ponía sus 2 manos sobre los 2 hombros del diácono, e inclinándose un poco sobre el hombro izquierdo del diácono decía en su oreja “pax tecum” o sea “la paz esté contigo”. Luego el diácono respondía: “et cum spíritu tuo”, “y con tu espíritu”. Enseguida, el diácono pasaba a dar la paz de la misma manera al subdiácono y al demás clero en torno al altar. También hoy, en la forma actual de la Misa, la paz debe ser un gesto simbólico y ritual que significa que la paz de Cristo se nos da a todos comenzando con el sacrificio sobre el altar. Entenderla así nos ayuda entender lo que estamos haciendo en este momento de la Misa justo antes de recibir a Jesucristo en la Santa Eucaristía, quien es la fuente de toda paz. También nos ayuda evitar las distracciones en este momento sagrado de la Misa. La mejor manera de vivir este momento es dar o recibir la paz con una persona o unas pocas personas a tu entorno. Se puede decir, “la paz esté contigo” o simplemente decir “paz” u otra cosa semejante. Se puede contestar “y con tu espíritu” u otra cosa semejante. Está bien procurar dar o recibir la paz de una persona amiga, un ser querido, un familiar con tal de que nos acordamos de que el fin de este momento no es saludar, conversar, o interrumpir la devoción de uno mismo o del otro. Tampoco es momento para saludar a todos en la iglesia. Cuando uno da o recibe el “abrazo de la paz” con otra persona se está dando la paz de Cristo a todos los presentes, a toda la parroquia y a toda la Iglesia. Estamos unidos en la paz de Cristo cuando participamos en este gesto litúrgico aunque no hayamos pasado a abrazar físicamente a todos los presentes. A veces nos ayuda dar o recibir la paz con un desconocido o con uno que no consideramos un amigo. En algunos lugares es costumbre dar la mano, pero algunos prefieren simplemente sonreír o inclinar la cabeza. Uno puede encontrar más información el la carta Pacem relinquo vobis publicada por la Santa Sede (véase Protocolo n. 414/14 de la Congregación del Culto Divino en el enlace: https://www.usccb./about/divine-worship/newsletter/upload/newsletter-2014-07-and08.pdf.)

La paz de Cristo esté con todos Uds.,

P. Timothy

Published by St. James, Belvidere

Saint James Catholic Church, Belvidere, IL