¡Alabado sea Jesucristo!
Con una inmensa gratitud a Dios Todopoderoso y a todos ustedes, gracias por el honor de celebrar con ustedes la ocasión de mis bodas de plata como sacerdote. Permítanme hacerme eco del himno de alabanza de Nuestra Señora: “El Todopoderoso ha hecho grandes cosas por mí, y santo es su nombre; ha mirado con favor a su humilde siervo”. (Lc. 1:48-49) El Señor ciertamente ha mostrado misericordia a su siervo indigno estos 25 años, 15 de los cuales han sido ofrecidos a ustedes, mis queridos feligreses de Santiago.
Nuestro camino juntos continúa guiados por la divina providencia. Un párroco tiene el privilegio de vivir entre su pueblo para salvar sus almas. Él los pastorea a través de este mundo tan lleno de peligros. El sacerdote enseña la verdad divina y los alimenta a través de los sacramentos. Ustedes, el rebaño del Señor, animan al pastor con su fidelidad a Jesucristo.
Gracias por sus oraciones y apoyo. Avanzamos juntos con fe, esperanza y amor en nuestra peregrinación a la Jerusalén celestial. Que la Santísima Virgen María nos mantenga siempre cerca de Jesús y los unos de los otros en la santa Iglesia Católica para que podamos regocijarnos juntos sin fin en nuestro hogar celestial.
Que Dios los bendiga.
P. Geary
Saint James Catholic Church 