Queridos feligreses de la Parroquia de Santiago Apóstol,
¡Alabado sea Jesucristo!
Las Lecturas para este domingo nos colocan a cada uno de nosotros en una de dos categorías. Somos bendecidos o maldecidos; justo o malvado; encaminado a la bienaventuranza o a la destrucción. ¿En qué categoría caemos? ¿Es arbitrario? ¿Cómo podemos saber en cual categoría Dios nos ve?
El profeta Jeremías, el autor del primer Salmo, y nuestro Señor Jesucristo hablan de la necesidad de causa y efecto de seguir o no la ley de Dios. Confiar en Dios en medio de la pobreza, la persecución, la sequía, el llanto y otras “miserias” nos coloca directamente en el favor de Dios. Jesús nos asegura diciendo: “Bienaventurados ustedes” (Lc. 6,20-24). Confiar en los seres humanos, preservar nuestras vidas aquí abajo, el vano elogio de los hombres, consolarnos en las cosas materiales y otros “deleites” son realmente signos de condenación que provocan la terrible advertencia de Jesús: “Ay de ti” (Lc. 6: 24-26).
La justicia de Dios será impuesta. ¿Cuál será tu sentencia? La palabra de Dios nos dice en que estamos aquí y ahora. ¿Somos bendecidos en nuestra confianza en Dios o malvados en nuestra confianza en los seres humanos? La forma en que se extiende la misericordia y se da la condenación depende del corazón del receptor. ¿Qué te gustaría recibir de Dios, recompensa o condenación? ¿Dónde está tu corazón en este momento?
Qué Dios los bendiga
P. Geary