Carta de P. Geary, 12-6-2020 – Español

Estimados feligreses de la Parroquia de Santiago Apóstol:

                ¡Alabado sea Jesucristo!

                Dentro del tiempo de Adviento la Iglesia celebra dos grandes fiestas en honor a la Santísima Virgen María: La solemnidad de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre y Nuestra Señora de Guadalupe el 12 de diciembre.

                María es la Inmaculada Concepción.  Fue concebida en el vientre de sus padres libre de la mancha del pecado original.  Desde el pecado mortal de nuestros primeros padres, Adán y Eva, la humanidad ha heredado la culpabilidad  a través de la generación de hijos.  Es por eso que debemos bautizar a nuestros hijos tan pronto como sea posible después del nacimiento para que el Pecado Original sea perdonado por las aguas salvadoras del Bautismo.  Nuestra Santísima Madre fue preservada de manera única del Pecado Original en su concepción y estuvo sin pecado toda su vida para cooperar más perfectamente con su Hijo divino en nuestra redención.

La misma Santísima Virgen María se apareció a un hombre católico fiel en su camino a la Misa diaria en el cerro de Tepeyac (hoy en día Ciudad de México) en el año 1531.  Pidió que se construyera una iglesia para honrar a su Hijo y dejó un signo vivo permanente de su presencia con la tilma (capa) del visionario San Juan Diego.  El mensaje y la imagen de María terminaron con la práctica cruel del sacrificio infantil por parte de la tribu pagana azteca que trató de apaciguar al “dios del sol” para tener una cosecha fructífera.  La Virgen les enseñó (y a todos nosotros) cómo honrar al verdadero Dios Del Hijo practicando la Fe Católica.  Debido a que se terminó la ritual masacre de niños hace casi cinco siglos, ella es la patrona del movimiento pro-vida que busca poner fin a la masacre infantil del aborto en nuestros días.

Después de Dios mismo, nadie merece más honor que Nuestra Santísima Madre.  Ella es el arma humana más grande de Dios contra el maligno.  Su humildad, fe y amor vencen al mal y producen la gracia salvadora de Dios a través de su Hijo Jesucristo.  Pídele a María que ore por ti.  Confía tu corazón y tu familia a ella.  Su poder de intercesión ante Dios es inigualable.  Con ella a nuestro lado saldremos victoriosos en nuestra batalla de fe donde esperamos regocijarnos con ella cantando las alabanzas de Dios para siempre en el cielo.

Que Dios los bendiga

P. Geary

Published by St. James, Belvidere

Saint James Catholic Church, Belvidere, IL