Hemos estado reflexionando sobre el anuncio de la Palabra de Dios en la Misa y luego, como continuación de esto, en diferentes grupos de oración y estudio.
Otra forma de reflejar la Palabra de Dios se llama Lectio Divina. Las pautas para la interpretación de las Escrituras de las que hablamos la semana pasada también se aplican aquí. Siempre es importante tener una Biblia católica con una buena traducción y comentario.
La página web de los Obispos Católicos ofrece lo siguiente:
La lectura espiritual de las Sagradas Escrituras, especialmente de los Evangelios, es una forma importante de meditación. Esta lectura espiritual se llama tradicionalmente lectio divina o lectura divina. La lectio divina es la oración sobre las Escrituras.
El primer elemento de este tipo de oración es la lectura (lectio): se toma un breve pasaje de la Biblia, preferiblemente un pasaje del Evangelio y se lee con atención, tal vez tres o más veces. Deja que se absorba de verdad.
El segundo elemento es la meditación (meditatio). Al usar su imaginación, entre en la escena bíblica para “ver” el escenario, la gente y la acción que se desarrolla. Es a través de esta meditación que te encuentras con el texto y descubres su significado para tu vida.
El siguiente elemento es la oración (oratio) o tu respuesta personal al texto: pedir gracias, ofrecer alabanza o acción de gracias, buscar la sanación o el perdón. En este compromiso orante con el texto, te abres a la posibilidad de la contemplación.
La contemplación (contemplatio) es una mirada dirigida hacia Cristo y las cosas de Dios. Por la acción de la gracia de Dios, puedes ser elevado por encima de la meditación a un estado de ver o experimentar el texto como misterio y realidad. En la contemplación, entras en un contacto experiencial con Aquel que está detrás y más allá del texto.
Una sugerencia final: Comencemos con el Evangelio según San Marcos. Es el más sencillo.
Más la próxima vez.
