¡Alabado sea Jesucristo!
El Primer Domingo de Cuaresma nos presenta a Jesús siendo tentado por Satanás en el desierto. Jesús permite que el maligno lo tiente para manifestar la oposición de Él y Satanás, así como para triunfar sobre el mal a través de la obediencia perfecta a Dios Padre (Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), 538). Esencialmente, Jesús salió al desierto para pelear con Satanás y mostrarnos cómo salir victoriosos en nuestras batallas con el maligno.
Dios permite que el diablo nos tiente para demostrar nuestro amor. El amor debe ser dado libremente. Dios no nos obliga a amarlo a Él ni a amarnos los unos a los otros. Nuestro libre albedrío nos hace semejantes a Dios, pero debe ser usado libre de corrupción y maldad para que pueda encontrar su verdadero cumplimiento. A menudo, cedemos a las tentaciones de Satanás al preferir un bien falso a uno verdadero. El diablo quiere que usemos nuestra libertad para quebrantar los mandamientos de Dios y vivir una vida de esclavitud. La gracia de Dios nos permite resistir las mentiras de Satanás y vivir en verdadera libertad.
Las tentaciones no son pecados, ¡son invitaciones a la santidad! Cada vez que Satanás nos tienta, se nos da la oportunidad de mostrar nuestro amor por Dios. No os dejéis mecer por las tentaciones, ya que Jesús mismo fue tentado. Si resistimos las mentiras del maligno, entonces crecemos en gracia. Sin embargo, si cedemos a la tentación y caemos en el pecado, confesar humildemente nuestros pecados gana un aumento en la gracia de Dios y una nueva fuerza para la próxima pelea. Cuando confiamos en Dios, incluso después de una caída, imitamos la humilde confianza de Jesucristo en el amor del Padre y salimos fortalecidos.
Las tentaciones son permitidas por Dios para que podamos llegar a ser más como Cristo. Cuando el maligno ofrezca una mentira, resistidle con firmeza en vuestra fe (1 Pedro 5:9). Entonces creceremos en la gracia de Dios de victoria en victoria hasta que demostremos ser valientes soldados que han vencido todo mal a través de Jesucristo nuestro Señor.
