Cuando sus apóstoles le pidieron a Jesús que les enseñara a orar, él les enseñó el “Padre Nuestro”. Les enseñó palabras para una oración, pero lo más importante es una actitud de oración. Llamamos a Dios “Padre”… Abba.
Recuerdo haber acompañado una peregrinación a Tierra Santa como capellán. Tuvimos un tiempo de descanso en un parque. Había niños saltando a la piscina. Muchos de ellos gritaban “Abba” a sus papás para que los vieran saltar. Esa es nuestra cercanía a Dios. Podemos llamarlo “Abba”.
En Jesús tenemos una nueva relación con Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda: “Podemos invocar a Dios como “Padre” porque nos lo revela su Hijo hecho hombre y porque su Espíritu nos lo da a conocer…” #2780
Así que, como decimos en la Misa: “Nos atrevemos a decir”.
De nuevo, del Catecismo de la Iglesia Católica: “Esta fuerza del Espíritu que nos introduce en el Padre Nuestro se expresa en las liturgias de Oriente y de Occidente con la hermosa expresión característicamente cristiana: parresía, sencillez directa, confianza filial, seguridad gozosa, audacia humilde, certeza de ser amado.” #2778 Asi por nuestro “Abba.”
